Transcurrida
una década del siglo XXI, las relaciones mundiales se presentan en
el marco del capitalismo tardío, en medio de centros de poder
económico y periferias que existen en permanente tensión. En este
contexto, las grandes empresas transnacionales, junto a grupos
económicos regionales o locales y gobiernos afines, buscan "consensos" a favor del pensamiento único neoliberal,
mediante la convergencia de las telecomunicaciones, la industria
cultural y las TIC, concentradas en grandes monopolios de la
información y la comunicación. 1
Con esta lógica, se producen y reproducen contenidos televisivos, cine, deporte, información y publicidad, dentro de un
discurso mercantil, discriminador y excluyente. Temas como la
formación ciudadana, la educación y la opinión para la democracia,
los problemas sociales como la pobreza, la exclusión, la violencia o
los dramas de los grupos vulnerables quedan fuera de las agendas
mediáticas, excepto si son entretenimiento o publicidad. 2
En este contexto, los ciudadanos
globales se van convirtiendo de a poco en consumidores sin
restricciones, personas intolerantes, hedonistas,
falsamente progresistas, excluídas en el acceso a la
información, al conocimiento y a las TIC, víctimas de la
infopobreza y el analfabetismo tecnológico. Y lo que es peor,
acostumbrados a estereotipos y fenotipos discriminatorios contra mujeres, jóvenes, indígenas, afrodescendientes o personas con discapacidad o nacionalidad diferente, a los que consideran "anormales", o "inferiores".
En la América Latina de hoy, la producción y distribución de contenidos excluyentes y discriminatorios a través de los monopolios de la información y la comunicación ha provocado una permanente tensión entre el poder político y
los medios de comunicación, convertidos hoy en día, en los principales actores políticos que defienden la libertad de expresión, desde la perspectiva neoliberal.
En el caso de Ecuador, nuestros esfuerzos por resistir la presión mediática
internacional o regular el monopolio de la convergencia tecnológica son insuficientes, debido a la ausencia de una ley de comunicación que regule los contenidos y la publicidad, así como garantice una equitativa distribución del frecuencias del espectro radioeléctrico a favor de los medios comunitarios. Al menos algunos
gobiernos locales como Quito, tratan de controlar la publicidad de vallas ubicadas en los espacios públicos.
Frente a esta realidad, las personas, comunas, comunidades, pueblos y nacionalidades, en en ejercicio de su condición de "quinto poder", tienen la responsabilidad cívica e histórica de exigir a las empresas de comunicación que respeten sus límites, a través de los mecanismos constitucionales de participación y control social encaminados a promover y proteger el interés público, los derechos fundamentales y la lucha contra la discriminación.
Porque es momento de visibilizarnos como sujetos de derecho y no como mercancías, sólo la acción social de los habitantes del Ecuador, como primeros fiscalizadores del poder público y privado, hará posible transformar esa visión deformada de la realidad y construir discursos consecuentes con la democracia y la dignidad humana.
1
Todos sabemos de las corporaciones globales de medios de USA
y Europa que tienen una presencia mundial y consolidan y extienden
esa presencia. Las seis mayores hasta la próxima fusión son News
Corporation de Murdoch, AOL Time Warner (USA), Walt Disney Co (USA),
Bertelsmann AG (Alemania), Viacom (USA) y Vivendi Universal (casa
matriz en el Reino Unido, la respuesta europea a la fusión AOL Time
W.).
Pero
además, la globalización y las políticas de convergencia
tecnológica (telecomunicaciones + industrias culturales +
tecnologías de la información) generaron una clase global de
magnates locales de medios, que manejan sectores claves de
sus economías nacionales, tienen enorme poder político y gran
influencia en la agenda pública cotidiana. (Fiol: 2001)
2Según
un estudio desarrollado por la Defensoría del Pueblo de Ecuador,
las personas adultas mayores son casi inexistentes (menos del 1%) en
publicidades y programas. El 78% de los hombres es tomado en cuenta
para opiniones en noticieros, mientras que las mujeres solo tienen
un 22% de participación. Este dato llama la atención si tomamos en
cuenta que el 50,4% de la población ecuatoriana son mujeres. Solo
un 4% de los personajes son indígena y afro descendientes en
publicidades. En programas de comedias la participación de los
afros es de 8% con el estereotipo de que son delincuentes.