Quince
años después, el
Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito ya no se encuentra abarrotado de
emigrantes, como en aquella época del éxodo ecuatoriano, sin
embargo, continúa siendo la memoria histórica de esos encuentros y
desencuentros, de sueños y pesadillas, esperanzas y desazón,
alegría y dolor, rabia y perdón, amor y odio, del quedarse, del
huir, de ser o no ser, del marcharse para siempre, del despedirse de
una vez, de resistir o desfallecer, de dejar atrás aquel país ajeno
y distante, ese país de feriados bancarios, dolarización, crisis,
pobreza y exclusión, esa Patria sin patria, ese sombrío Ecuador.
En
aquella época, Europa y Estados Unidos eran el mejor camino para un
mundo mejor. La creciente industria del ladrillo en los países del
Norte, fue una invitación atractiva para la mano de obra. Nuestros
compatriotas, al igual que otros emigrantes, en su mayoría se
emplearon como obreros de la construcción. ¡Por fin un trabajo que
permita vivir con dignidad, comprar una casa, un negocio propio,
salud, educación, calidad de vida!. Una oportunidad que su país de
origen les había negado.
Pero
el hecho de mejorar el poder adquisitivo se tornó en su contra, al
ser sus ingresos, una invitación atractiva para algunos
inescrupulosos promotores inmobiliarios y banqueros, quienes vieron
un negocio de alta rentabilidad en los sueños de los trabajadores,
vulnerables a las leyes de oferta y demanda del mercado neoliberal.
Estos
promotores y banqueros sin alma, se sirvieron de la especulación
para forzar la demanda de viviendas, induciendo al engaño con
publicidad seductora. “casi, casi -dice un afectado- que tener casa
propia era un símbolo de status”. Mientras más nueva, más
grande, muy bien decorada, mejor. El negocio de las hipotecas también permitía la compra fácil de vehículos, pago de deudas y consumo en general. Y así, los créditos se convirtieron en la varita mágica para acceder a todos los sueños.
Cabe indicar, que la burbuja inmobiliaria, a pesar de ser una de las causas de la crisis
económica europea, se encuentra protegida por varios Estados europeos, no así las personas afectadas, muchas de ellas, ecuatorianas. Los
órganos de control han asumido un rol de "dejar hacer" en la especulación hipotecaria; y, los
ayuntamientos, inflaron el valor de los avalúos
catastrales, favoreciendo los sobreprecios de las viviendas.
Por su parte, los bancos y promotores inmobiliarios, hoy persiguen a nuestros compatriotas, valiéndose de leyes injustas.
Las
consecuencias han sido nefastas. “Cada ocho minutos hay un
desahucio en España” 1,
que vulnera el derecho a la vivienda. Según la Plataforma de
Afectados por las Hipotecas (PAH), desde el 2007, inicio de la crisis
inmobiliaria, han causado el desalojo de unas 400.000 familias, entre
las que están casi un 4% (15.000) de las de inmigrantes
ecuatorianos.2
Ex
esposos, ex esposas, ex hijos, ex hijas, ex padres, ex madres, ex
amigos, ex amigas, ex proyecto de vida, ex vida.
Sin duda, es la muestra evidente del fracasado modelo económico neoliberal que sólo funciona para enriquecer más a los que tienen más, y empobrecer más a los que tienen menos, a través de la acumulación, producto de la explotación. Por eso es importante impulsar el cambio en las relaciones de poder hegemónico para lograr mayor justicia en nuestras sociedades latinoamericanas, en beneficio de la dignidad humana.
2
2http://www.eluniverso.com/2012/11/18/1/1361/acosados-hipotecas.html,
Edición digital del 18 de noviembre de 2012